Leer sobre la experiencia de una gran aventura en aguas abiertas es, un gran descubrimiento.. El nadador de aguas abiertas vive momentos extraordinarios y situaciones en las que la mente pone a prueba a los mas valientes aventureros..
La voces internas preguntan.. ¿Hasta qué punto estoy dispuesto a soportar esto?, ¿por que paso tanto miedo?,
también existen momentos donde estas mismas voces.. se transforman en ... una dulce melodía interna... que les dice... ¿se puede ser mas feliz?, o expresan en su interior grandes mensajes como... Dios que grandeza, gracias a Dios pues el me dio la oportunidad de poder experimentar esto...
Diferentes momentos, diferentes preguntas y diferentes respuestas, grandes pensamientos pero, básicamente todos están relacionados con la misma esencia ...¿Hasta qué punto puedo experimentar vivir y sobrevivir? ..
Cuando pregunto en mis artículos a los grandes nadadores ... preguntas tales como ... ¿cómo se sentía después de ganar el Gran Premio? o ¿como define usted el gran momento de la llegada?.. Todos responden a esto desde su interior..
Pero la pregunta que me surge es.. ¿que es lo que no se puede preguntar por que solo el mismo aventurero lo sabe?....
Dar expresión a un momento unico.. a un momento, espiritual ..
La poesía, el relato, la escritura ... la hazaña intangible que solo podemos describir con palabras... apareciendo en una historia desconocida por el mundo y convirtiéndola en una experiencia tangible para todos , escritas por las manos que nadaron y vivieron la gran experiencia de conquistar, o fracasar en el gran mundo de agua y que ahora nos cuentan lo que la voz no ha de expresar.
Nadar el Canal de la Mancha sin llegar..
Se acerca el final de la temporada del Canal. La playa de Dover pronto se irá vaciando de nadadores y entre el rumor del mar en los guijarros sólo quedarán los sueños logrados y los sueños quebrados.
Yo he nadado el Canal de la Mancha dos veces, pero también he sufrido el dolor que conlleva el no lograr llegar a la meta unas cuantas veces. Todo se basa en la preparación, oirás decir a algunos. Es cierto, pero a veces, uno puede estar preparado y el resultado no se ajusta a las expectativas creadas.
Algunos nadadores que han nadado el Canal con éxito se encogen de hombros cuando oyen hablar de un bloqueo mental. ¿Qué quieres decir? Pues verás, nunca sabrás lo que es hasta que no lo hayas experimentado tu mismo. A veces, estás nadando y el espíritu vacila, cualquiera que sea la razón, poco importa, la mente no está bien sincronizada con el cuerpo en ese día preciso y de repente, todo se oscurece y avanzas hacia un lugar en el que nunca has estado jamás. Pero sigues luchando, nadando, luchando y nadando, pero las herramientas que has preparado para esta lucha contigo mismo funcionan mal ese día. Es entonces cuando sufres lo que yo denomino una ‘lesión mental'. Y subes la escalerilla de la embarcación, abatido y con el corazón en mil pedazos. Nada más sentarte en el barco, empiezas a temblar, tu equipo de apoyo te arroja mantas, ropa, te ayudan a vestirte y tú mientras empiezas a realizar tu propio escrutinio mental, intentando encontrar las respuestas. Y entre temblores no dejas de repetir: ‘No sé qué ha pasado, no sé qué ha pasado’. Tú sabes que siempre y cuando consigas encontrar la razón, podrás recuperarte, recobrarte y volver a intentarlo de nuevo. Porque lo único que quieres hacer en ese momento es volver a intentarlo de nuevo.
Tú sabes que simplemente se trata de un resultado que no se ajusta a tus expectativas, esto no te lo habías planeado así, te dices a ti mismo, porque si te hubieras planteado un fracaso, nunca habrías estado de pie en la playa con un brazo en alto, tirándote al agua para comenzar la travesía. Pero los bloqueos mentales o las lesiones mentales (en terminología de Canal de la Mancha) que son particulares a cada nadador también ocurren.
Conozco a nadadores que, como yo, han conseguido cruzar el Canal en su primer intento. Conozco a otros que lo han intentado varias veces antes de cruzarlo con éxito por primera vez. Hay otros que lo han cruzado una vez y nunca jamás se han planteado el volver a hacerlo. Una decisión sabia, quizá. Hay quienes lo intentan una vez, fracasan y ya no vuelven a intentarlo jamás. Una meta inacabada. Algunos ni siquiera saben lo que es un fracaso o qué se siente al no llegar,
En el Canal de la Mancha se menciona siempre la misma ecuación. Cruzar el Canal es 80% de fortaleza mental y un 20% de fortaleza física (muchos lo dicen sin haber fracasado). Sin embargo, existen otras permutaciones posibles que, a veces, interfieren con la menta que te has planteado, pero que no has alcanzado. El motor del barco se avería (me ha pasado), la marea cambia, la predicción meteorológica no es precisa y el tiempo empeora durante la travesía. Todo son cosas que tú no puedes controlar y que no caben en la ecuación 80% fortaleza mental – 20% fortaleza física de cómo cruzar el Canal con éxito. Y, sin embargo, la agonía de la derrota se siente por igual.
Ahora nos queda hablar del 20% físico de la ecuación. Porque aquí puede que las cosas tampoco salgan tal como te las habías planteado. El día de la travesía te encuentras bien, cuentas con el tesón necesario, vas bien de ritmo y brazadas, nadas con buen estilo, en las paradas de avituallamientos, tomas bien las bebidas, todo normal, sin cambios ni sorpresas. Pero las cosas no salen como tú esperabas y se te acaba la energía, empieza el déficit de calorías, se te acaba también el crédito de las calorías y acabas al descubierto, sigues nadando y nadando hasta quedarte vacío o hasta lesionarte, o te dan calambres y te encuentras a punto de entrar en estado de hipotermia. Pero sigues nadando, miras a tu equipo de apoyo en la embarcación, percibes la preocupación en sus caras e intentas disimular para que se crean que estás bien.
Entonces comienza la actuación. Quieres hacerles saber que estás bien, para ver si, mientras, puedes salir de lo profundidad del bajón, del dolor físico de atravesar el muro. Porque tú piensas que simplemente estás pasando el temido muro. En el siguiente avituallamiento, tienes que sacar todas tus energías para acercarte a la embarcación, para sujetar la bebida con la mano, para acercártela a los labios, para beberla. Te han hecho una bebida más fuerte y tú lo notas. No la terminas porque no tienes fuerzas. Media hora más tarde, la embarcación se detiene, te sacan del agua exhausto, lo has dado todo, no podrías haber dado más. ¿Estabas preparado? Sí. ¿Hiciste todo lo posible para seguir luchando? Sí. Y, si hubieras hecho esto o esto otro, ¿hubieran sido las cosas distintas? Es posible, pero quizá nunca llegues a saberlo.
Es el comienzo del dolor, se asienta dentro de ti y te envuelve profundamente, como si acabaras de perder a un ser querido. Quizá porque sientes como si hubieras perdido parte de tu identidad, porque ya no te sientes nadador, porque sientes que la mayoría de los que creías que eran amigos no saben cómo tratarte en tu fracaso, cómo hablarle a un héroe que se ha caído del pedestal. Te sientes aislado, abandonado, rodeado de la soledad de las olas, del frío del mar, del sabor salado que en tu boca deja una amarga victoria. Porque al final, es una victoria, porque encuentras una madera a la deriva que te ayuda a salir a flote, a encontrar la fortaleza interior con la que nadarás hasta la orilla, donde empezarás a contar los días que te quedan para volver a nadar el Canal.
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